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  ENTREVISTA

 


Junio 2014
“Nos falta llegar a una verdadera cultura del arbitraje”

El Dr. Héctor Alegría es socio fundador del estudio Alegría, Buey Fernández, Fissore y Montemerlo, se desempeñó como conjuez en la Corte Suprema de Justicia de la Nación y es autor de numerosas publicaciones, entre muchísimos destacados hitos. Hoy, comparte con Mediation & Arbitration su visión del arbitraje.

Además de ser socio fundador del estudio Alegría, Buey Fernández, Fissore y Montemerlo, el Dr. Héctor Alegría fue conjuez en la Corte Suprema de Justicia de la Nación entre 1995 y 1999, participó como miembro de varias comisiones, Chamber and Partners lo calificó entre los 100 abogados más importantes del mundo en 2000, es autor de numerosas publicaciones y profesor de varias cátedras universitarias, entre otros hechos notables. Mediation & Arbitration tuvo oportunidad de conversar sobre diversos aspectos del arbitraje.

En su opinión, “por supuesto” que hay muchas características valiosas que debe reunir todo árbitro, todas importantes: independencia, honestidad, formación técnica, dedicación, etc. “Si debo indicar la más relevante, creo que es la independencia -acota-. De todas maneras, cabe recordar aquella frase que dice que la calidad y confiabilidad del arbitraje reposa en la calidad y confiabilidad de los árbitros.”

Justamente, el Dr. Alegría explica que para proponer un árbitro idóneo, las partes deben tener en cuenta su experiencia, resultante de otras intervenciones en ese rol o, en su caso, sus antecedentes en la judicatura del estado; su conocimiento de la materia específica del caso; su manejo de las particularidades de los procesos arbitrales; y la personalidad moral del elegido.

En relación con las posibles causas de excusación, recusación u otros conflictos de interés, aclara que “seguramente el árbitro realizará las primeras reflexiones al ofrecerle el caso y posteriormente deberá manifestar formalmente sus condiciones de independencia según la ley y/o los reglamentos aplicables. Las reglas de la IBA (International Bar Association) a este respecto son de mucho valor orientativo.”

En cuanto a las actividades complementarias que debería realizar un profesional para prepararse mejor como árbitro, estas dependen, en realidad, de cada caso, considera el entrevistado: para profesionales sin suficiente experiencia, “nada podría reemplazar el estudio de la doctrina y de la jurisprudencia arbitrales; pueden servir de apoyo cursos o talleres (como por ejemplo simulacros de arbitrajes) y, si estuviera al alcance del interesado, participar como secretario de tribunales arbitrales o profesionales de apoyo en arbitrajes.”


Para laudar: experiencia y respeto

Un asunto complejo de laudar puede ser tal por razones fácticas (de hecho) o por razones jurídicas (derecho aplicable) y también por ambas razones. Según el Dr. Alegría, hay muchas reglas para la interpretación. En materia de hechos, la cuestión consiste en un conocimiento profundo de las particularidades del caso, desgranando sus diversas facetas y ordenándolas dentro de una secuencia temporal lógica. “Aquí es necesario que el árbitro utilice su experiencia para sopesar y dar valor a cada circunstancia, no descuidando las características propias del negocio, las coordenadas espaciales, temporales y personales comprendidas, que le permitan llegara un conocimiento objetivo lo más completo posible. Es esencial que el árbitro participe de las medidas de prueba de manera activa y con conocimiento del caso”, asegura.

Y agrega que, en materia de Derecho, el problema se remite al profundo estudio del derecho aplicable, comenzando con la Ley y otras normas escritas, para luego aplicar los principios generales de la disciplina y las otras fuentes, como la doctrina y la jurisprudencia. Según la materia y el derecho aplicable, los usos y prácticas deberán ser debidamente atendidos. Si se trata de un derecho de un país distinto, las opiniones jurídicas de expertos son fundamentales, pero siempre con el clivaje del propio juicio independiente del árbitro.

“Naturalmente -agrega-, en todo esto debe tener un especial cuidado de respetar los límites fijados por la materia y el derecho comprometidos y sopesar las argumentaciones y pruebas traídas por las partes, con debido respeto de la bilateralidad y oportunidad para presentar el caso.”


La verdadera cultura del arbitraje

El Dr. Alegría considera que las dificultades que existen hoy para consolidar el desarrollo exitoso del arbitraje son varias. “En nuestro país nos falta llegar a una verdadera cultura del arbitraje, tanto en la profesión jurídica, en primer lugar, como en la judicatura y, finalmente, en el ámbito empresarial.”

El abogado considera que seguimos aherrojados en conceptos antiguos contrarios al arbitraje por los tres estamentos citados (en algunos casos por falta de conocimientos suficientes sobre el instituto). Sin duda que una buena ley de arbitraje -si fuera posible, nacional-, redactada con espíritu amplio y debida comprensión de esa fundamental herramienta de solución de controversias, sería un paso muy importante. “La falta de información también se refiere a los costos y a la economicidad del arbitraje y a la eficacia de los laudos”, suma.

Para cerrar la charla, el Dr. Alegría aclara en un proceso de arbitraje, la intervención judicial debe limitarse al mínimo posible, tanto para facilitar la constitución del tribunal (si no existiera entidad administradora dotada de esa facultad o tribunal permanente), como para facilitar la producción de la prueba en los casos necesarios y, como es obvio, a dar pleno valor al laudo para su ejecución compulsiva, en su caso.