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  ENTREVISTA

 


Septiembre 2013
“El desafío es obtener un laudo justo”

Mediation & Arbitration conversó con el Dr. Lisandro A. Allende, socio del estudio jurídico Brons & Salas, sobre el arbitraje y algunos secretos para resolver cada caso con éxito. Destacó el valor de la imparcialidad, del conocimiento y de la experiencia del árbitro, así como el de la voluntad de las partes de resolver el arbitraje con celeridad

El Dr. Lisandro A. Allende es socio del estudio jurídico Brons & Salas. Es especialista en Asesoramiento Jurídico de Empresas y autor del libro Funcionamiento del Directorio, de Editorial Astrea, entre otras publicaciones. Además de ser disertante en el país y en el extranjero, es profesor adjunto de Derecho Comercial en la Universidad de Buenos Aires y titular de Derecho de la Empresa y Sociedades en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Mediation & Arbitration salió en búsqueda de su palabra autorizada en arbitraje…

Para el Dr. Allende, “la característica más valiosa del árbitro es la imparcialidad, pero tiene que estar asociada con el conocimiento del Derecho y con la experiencia profesional”. En su opinión, el gran desafío para un árbitro es no perder de vista el objetivo: obtener un laudo justo que resista cualquier revisión posterior por parte de los tribunales competentes. Y el obstáculo para lograr ese cometido puede ser un proceso complicado por las artimañas procesales; por eso el manejo integral del proceso es clave.

En su experiencia, la estrategia que tuvo mejores resultados a la hora de laudar justamente en un arbitraje fue hacer sentir a las partes que el árbitro -o el tribunal arbitral- está en pleno conocimiento del tema en discusión y que posee control absoluto del proceso. “Recuerdo haber convocado las partes a una audiencia, tras un nutrido intercambio de escritos entre ellas en el que se notaba (al principio del proceso) que los ánimos no eran los ideales para un arbitraje. En esa audiencia, los tres árbitros explicamos con lujo de detalle (y con ejemplos concretos) cuáles serían los métodos de producción de prueba y cuáles los métodos de resolución de planteos y sintetizamos en voz alta las posiciones de cada parte. Finalmente, les pedimos a ambas partes que confirmaran en tres días hábiles su comprensión y conformidad con lo manifestado en esa audiencia.”

El secreto bien guardado

Cuando el conflicto parece demasiado complejo, para laudar, el Dr. Allende trata de encontrar antecedentes similares en derecho local y también en el comparado. “A veces he generado brain storms con algún socio o académico de confianza, utilizando nombres de fantasía y/o escenarios similares. Se obtienen buenas ideas de esos procesos”, asegura.

Justamente, el arbitraje más difícil de su carrera lo resolvió consensuando con mucho esfuerzo con los otros árbitros. “Éramos tres árbitros: cada parte había designado a uno, y ambos designaron al tercero.” Según recuerda, las partes se controlaban recíprocamente cada detalle del proceso, con actitud desconfiada y beligerante; los planteos jurídicos eran sumamente complejos, por parte de ambas partes y los árbitros de parte no tenían una buena relación entre sí, aunque lo disimulaban muy bien por cortesía.

Para evitar estos casos extremos, al redactar una cláusula compromisoria es importante que las partes se garanticen mutuamente -del modo que ellas crean conveniente- que ambas poseen capacidad patrimonial para enfrentar los costos del arbitraje y que se comprometan a llevar a cabo el proceso de un modo ágil, rápido.

Por otra parte, asevera con pesar que la confidencialidad del arbitraje y la necesidad de publicar los laudos para darle trascendencia a este método alternativo de resolución de conflictos son irreconciliables; “es el talón de Aquiles del arbitraje”, explica el Dr. Allende. Aun así, supone que con el tiempo se llegará a un método más evolucionado que permita la divulgación y compilación de laudos de un modo genérico, para el bien de todos los justiciables (o “arbitrables”).